Aioua

Por la potencia verbal y el despliegue de imaginación con los que se describe un viaje a Iowa que es, también, un viaje al corazón de las palabras y de lo que quieren y pueden decir. Por la sensualidad de una prosa que nos permite entrar en los espacios mentales de una aspirante a escritora que ha abandonado un amor y que quiere empezar otra vida, ser otra persona, encontrar una nueva verdad en las palabras mientras vive extrañada en un pueblo en medio de la nada, rodeada de gasolineras, moteles y líderes de sectas radicales. Por las resonancias lynchianas y pynchonianas tanto en los desvaríos de la protagonista como en el onirismo y el abordaje casi alucinatorio que hace la novela de traumas hondos y de heridas psíquicas profundas. Aioua está escrita en una prosa hipnótica y funciona, por la voz y por la mirada, como una excavación a través de las capas geológicas y existenciales de las culpas, las mentiras, los traumas y las excusas que nos definen, una excavación que aspira a desenterrar la única forma de verdad que los humanos podemos permitirnos: la honestidad con los demás y con nosotros mismos. Sofisticada y cálida, Aioua tiene la virtud de encontrar el equilibrio justo entre la inteligencia aguda y la experimentación retórica, por un lado, y la complejidad y la emotividad humanas, por otro.